Los lidios pasearon un león portentoso por las murallas de Sardes. Su poder era el de volver invulnerable cualquier lugar que hoyasen sus patas. Sólo dejaron un lugar sin la visita del león: un muro de la acrópolis tan elevado y escarpado que parecía no necesitar de las habilidades mágicas del felino. Seguros de sí mismos, los hombres del rey Creso se aprestaron a defender la ciudad contra los persas de Ciro, pero como no podía ser de otra manera, los bárbaros de oriente accedieron a la ciudad por el muro sin defender de la acrópolis de Sardes.
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